martes, 20 de marzo de 2018




“De qué me estás hablando”


MJ Soriano















Personajes
Personaje 1, Emilia: mujer de alrededor de los cincuenta, sobria en el vestuario y en toda su apariencia. Está alterada por su maleta y  por el tiempo para alcanzar el metro hacia el aeropuerto.
Personaje 2, Luis: hombre en la cincuentena, de aspecto atlético y agradable. Se muestra sin prisas y tranquilo. Se ha parado en una de las tiendas de la estación, la floristería.



En los pasillos de la estación del metro de Atocha caminando entre la multitud indiferente y apresurada, una pareja madura se dirige al metro de la T4. 
Voces y murmullos de fondo y luces mortecinas de interior…
El foco cae blanquecino y duro sobre la mujer que trata de sacar las asas de su maleta, tarea que se le hace difícil…
El marido va entrando en el foco que los ilumina a los dos dejándolos aislados del bullicio reinante.









En los pasillos de la estación de Atocha de Madrid una  mujer madura lucha con una maleta tratando de sacar el asa encerrada en una cremallera. 
Emilia: (muy acelerada habla para sí misma imitando la voz de su marido) “Lleva ésta que es muy cómoda, muy blanda y se guardan las asas. Así no te engancharás, como te pasa siempre”. (ya con su voz) ¡Esto es un artilugio imposible! menudo despropósito de asas. Ya me lo decía mi madre que solo me casara con uno de esos hombres que con un  destornillador levantan un rascacielos…
Levanta la cabeza y ve venir a Luis
Luis, venga, espabila.. Es el momento ideal para entretenerse en una floristería, no te digo. Venga, venga…
Luis aparece con un ramo de flores
Luis: No me he podido resistir a comprarte violetas.. Te gustan, ¿a qué si?

E: Vamos con el tiempo justo

L: El tiempo, querida, se hace de prioridades.

E:  Ahora haces frasecitas.

L: Estoy despertando mis talentos ocultos.

E: Haberlos despertado antes, que te dije que pusieras el despertador a las 7 y ha sonado a las 8’30. Venga, apúrate, ¿llevas los billetes a mano?

L: Aquí los llevo, tus (recalca el tu) billetes, tu pasaporte, la reserva del hotel y la carpeta que preparaste para tu entrevista en el banco de Londres.
Le entrega una carpeta

E: ¿Y los tuyos? ¿los has olvidado en casa? Me lo estoy temiendo.


L: La Sra. directora de la más importante central bancaria europea, patina. Viajas tu solita.

E: De las violetas a las puyas, así en picado…coherente, querido. cuando sepas de qué vas esta mañana, me avisas.…mira que te lo repetí mil veces estos días, sin pasaporte no se puede viajar a Inglaterra, te lo dije.  Y si esas flores son para tapar lo  que has olvidado…me lo estoy temiendo. 

L: Viajas tu solita (lo repite con retintín y muy lentamente)

E: Es el momento ideal para plantear estupideces. ¿Se puede saber qué estas tramando? Esto es mi futuro laboral. Te lo repito para que te sitúes,  nos trasladamos a vivir fuera de España. No quiero oír una palabra más fuera de ese contexto.¿No hablabas de prioridades? Baja a la realidad una vez en tu vida y coopera.

PAUSA 

Luis se coloca de rodillas y le ofrece el ramo de violetas a Emilia. Se escucha muy bajito la canción de Sabina “Búscate otro perro que te ladre, princesa”

E: ¿Qué numerito es este?

L:   (Solemne) Para tí este ramo, querida. Me largo, pongo punto final a nuestra relación.

E: ¿De qué me estás hablando? ¿Qué pretendes que haga con estas flores?
Coge el ramo pero no sabe que hacer con él

L. Que las pongas donde te luzcan mejor. Yo renuncio a mi papel de jarrón decorativo

E: ¿Se puede saber qué te ha dado?

L: Me ha dado por confesar lo que llevo callando toda nuestra vida juntos.  Emilia nunca te he querido, ni un solo día de estos 25 años. 

E: Tiras a matar. Le tira a la cara el ramo. No quiero flores de muerto. 

L: Las gatas tenéis 7 vidas, saldrás panza arriba. Recupera el ramo y trata de recomponerlo mientras recita varias veces el estribillo de la canción.  Búscate otro perro que te ladre

E: No merezco esto, Luis, ¿Has perdido la memoria?

L: Por tener buena memoria me son familiares algunos verbos: aceptar, tragar,, aguantar,,…pequeño silencio…callar… ¿A qué no te suenan estos otros: escuchar, abrazar, besar,…? ni sabes a lo que me refiero, ¿Verdad? 


E: No te pongas estupendo.  La memoria tiene los pies frios.

L: Esa frase no es tuya. No cargues ahora con tu repertorio de citas. Esto no es literatura. Nos está sucediendo a nosotros.

E. Después de tantos años venir con esos verbos es irreal o, cuanto menos, melodramático.  Luis, habremos conjugado esos y los que tu selecta memoria no quiere conjugar. 

L: Conjugados en primera persona del plural.  Ese maldito “nosotros” inclusivo del que hoy estoy huyendo.

E:  Somos una familia.

L: ¿“Con una unidad de destino”? 

E: Destino que me estás amargando con este numerito que estás montando. ¿Esto es una rabieta machista?, ¿es eso?, ¿necesitas ser tan cruel? ¿Ahora sale el miedo a aceptar que tu mujer es mas inteligente, que está mejor preparada y que tiene una vida profesional muy por encima de tus posibilidades? ¿Ahora no lo puedes digerir? 

L. Me he pasado media vida digiriendo lo incomible, que la vida pase sin mi. 

E: La vida, querido,  pasa deprisa para todos.  Estás cansado, Luis, no es el momento de tomar decisiones drásticas. Si no quieres acompañarme a Londres, quédate y descansa. Quizás nos venga bien olvidarnos de esta escena. 

L: ¿Escena?  Esto es real, Emilia. Te está pasando a tí. Fíjate qué cosas, a ti, la que todo lo tiene siempre previsto.

E: (habla mostrando enojo) Si te piensas que te voy a suplicar que no me dejes, vas aviado. Tengo bastante con la que me espera en Londres. Por cierto,  quédate con tu imposible maleta…
Vuelve a intentar sacar las asas pequeña pausa
Esta maleta me ha puesto nerviosa y he dicho lo que no quería. Luis, deja de dramatizar y vuelve a casa si no quieres acompañarme; hablaremos a mi vuelta cuando estemos menos estresados. No nos precipitemos. Son muchos años para tirarlos por la borda.

L: Una carga menos, te sacudes el lastre y que todo esté en su sitio cuando regreses. 

E:  Pues mira sería lo que merezco. No, no me vas a hacer sentirme culpable.  ¿De qué vas? Tu no eres el bueno en esta historia.

L:¿De qué me estás hablando? 

E: De que nadie te ha impedido dedicarte a lo que has querido hacer. No te he reprochado nada cuando toda la carga familiar caía sobre mí. Luis has estado ausente en momentos difíciles como…



L: ¿Ausente? has dado con la palabra clave,  Si, así me he sentido siempre, ausente. Soy un marido-florero. Nunca te has interesado en nada de lo que hago, es más lo has despreciado ostensiblemente. Hasta cuando hacemos el amor me siento ausente , te haces el amor a ti misma. En lo que me estoy equivocando es en despedirme. No lo hubieras notado. 

E: Me hubieras ahorrado el daño que me estás haciendo. 

L: Pues borremos esta escena de folletín barato.

E: Mira, empezamos a estar de acuerdo. Con tus francesitas y tus flores has hecho irreal esta situación, poco creíble. ¿No te lo parece a ti también? Parecemos actores de un drama ajeno.

L: Será al revés.  La vida es caótica, no se atiene a la lógica.  El teatro debe parecer real. Curioso, si. ¿Se te ocurre cómo terminar esta representación teatral?

E: Descubre que ha podido por fin sacar las asas de la maleta y comienza a alejarse haciendo lo que dice. (Engola la entonación para hacerla teatral) La mujer coge el ramo de flores, lo huele profundamente mientras derrama unas suaves lágrimas y volviéndose a su marido le dice: “Este adiós esconde un hasta luego”

L: ( En el mismo tono de falsa teatralidad) Y él la mira alejarse mientras le canta:  Para decirnos adiós nos sobran los motivos
(Un video de Sabina donde canta la canción se queda en el escenario como punto final)

https://www.youtube.com/watch?v=4DdsQY0mzqg