Labios anaranjados de un cielo vespertino
besan el mar
que se entrega
irisando unas olas
que se mueven cadenciosas
ahítas de sus caricias
La mar se deja acompasar de luces violetas
que le templan las espumas
humedeciéndole a lamidos
los reclamos de su amante
que van dejando un rastro
de reflejos satisfechos.
