sábado, 30 de enero de 2010

honores caducifolios



Seguramente era un desarraigado vital, uno de esos que no acaba de encajar en ningún espacio, siempre fuera d e lugar. Tenía un aire desasosegado como el que está sin estar. Paseaba por la plaza sin detenerse con los parroquianos, desatendiendo los reclamos de los vendedores ambulantes que a estas horas colmaban el ambiente de requerimientos, ofreciendo unas mercancías que encandilaban a las muchas mujeres que recorrían los puestos dejándose llevar por los atractivos de un día de mercado primaveral.

Llevaba allí toda la mañana. Me había llamado la atención su apostura viril que contrastaba con unas ropas que para este pequeño lugar mesetario resultaban no sólo excesivas o exuberantes sino incluso afeminadas. Desde el blanco de sus zaragüelles, al brillo de un enorme broche d e plata que adornaba un cinturón de finos cordeles de seda con el que ceñía una camisola d e lino bordada. Todo en él resultaba tan natural como inusual era su presencia en este lugar.

Como lo venía observando a placer resguardada por la celosía de la amplia balconada de mi alcoba, me resultaba intrigante que no mirara a nadie de frente como si rehuyera a la gente o no quisiera ser reconocido y, sin embargo, desde cualquier punto dónde se encontrara en su ir y venir por los soportales de la plaza, no perdía de vista el portalón de nuestra vivienda impacientándose cuando alguno de los parroquianos se acercaba o un grupo de vecinos tertuliaban en nuestras puertas. Nadie entró ni salió en toda la mañana ya que yo y mi doncella éramos los únicos ocupantes de este enorme caserón durante estas ferias ya que el resto d e la familia había decidido permanecer en la huerta para no sentir las molestias de las algarabías propias de estos festejos. Y eso parecía comenzar a inquietar su deambular que se ralentizaba a su paso por el zaguán sin atreverse a tocar sobre la aldaba o decidirlo a terminar con las cuitas que le hubieran traído hasta nuestra puerta..

Ya me disponía a poner fin a esta intriga tomando yo la iniciativa y saliendo a su paso cuando el repiqueteo de las campanas a la hora del ángelus pareció despejar de tal forma sus temores que lo vi lanzarse decidido hacía nuestra puerta y golpearla con el ímpetu de su impaciencia acumulada. A las prisas acudió la doncella presta sin tener yo la preocupación de advertirla de mis sospechas. El chirrido del enorme portón quedó ahogado por los gritos de la sirvienta que confundían alborozos y lamentos aumentando mi desazón y alimentando mi incertidumbre sobre el visitante.

Abrí la puerta impaciente por descubrir la identidad del personaje que confundía a un ama que por su edad y fidelidad conocía todos los secretos d e la Casa. Y sin apenas advertirme de mi atuendo –solo una toquilla cubría mis hombros sin ocultar la camisola que acostumbraba a vestir en la intimidad del dormitorio-; salí al corredor dónde el caballero ya se había plantado de dos zancadas pronunciando mi nombre con el ritmo cadencioso con que sólo él me nombraba. Me abrazaba temblando. Me nombraba, me abrazaba, me nombraba, me abrazaba. Temblaba. Entre nosotros, un espacio recorrido por nuestras miradas verdeándonos el uno en el otro. Temblábamos de deseos acumulados, de estarnos ahora y habernos ahora y sernos tras los sinvivires de no vernos.

Te vienes a Sevilla, vengo a llevarte.

Vendrán el domingo para llevarme a Briviesca, el rey me aguarda en casa de su primo…

No puedes resignarte a vivir malquerida. El duque no puede entregarte para aplacar la ira del rey.

Seré su concubina, firmaron el contrato por un año…me quiere y no puede esposarme

Y después te arrojará lo más lejos posible y te entregará a un convento o a las cadenas de un anciano lascivo y decrépito que te amargará de encierros el resto de tu existencia.

Me debo a mi apellido como tu a la lealtad que juraste a tu rey. Te fuiste. No dudaste cuando emprendiste tu destino a tierras d e infieles. Te fuiste. ¿Qué puede hacer una mujer sino cumplir los deseos de un padre?, ¿Qué puede hacer un padre ante las demandas de su rey?, ¿Qué esperas Gonzalo que deshonre a mi familia y se vean abocados a una vida de destierros sin honor?

Hablaré con el rey, tiene que escucharme…lo he enriquecido consiguiéndole préstamos cuando todos lo abandonaban, he conspirado por él y por él he engañado e incluso traicionado…y

Y seguirás aceptando su voluntad, incluso ésta.

No puedo, Jimena. Estoy dispuesto a romper mi espada. Allí he conocido otras formas de vivir que enriquecen mi alma tanto o más que las armas. He conocido gentes que estimulan mi mente con sus pensamientos expresados con las más hermosas palabras, que me enseñan los placeres d e la mente y de los sentidos…He recorrido tierras y descubierto paisajes que emocionaron mi espíritu como si hubiera entrado en el Paraíso. Leo, viajo, aprendo, pregunto, discuto, conozco, escribo…

¿Quién eres?...

Quien te ama.

…y enlazándola se colmaron de las caricias que se les iban desprendiendo hasta irse deshojando, amarilleando, enrojeciendo…

Esto no significa nada, Gonzalo. Lo sabes…

…Descomponiéndose, pudriéndose en el suelo…

miércoles, 27 de enero de 2010

althea and donna - jah rastafari

cada vez que oigo aestas mujeres me impresionan mas por eso quise compartir con ustedes este sentimiento dearmonia con el padre creador y con la musica quecrea a traves del hombre atraves del reggae


www.Tu.tv

domingo, 17 de enero de 2010

Crecido viene el río




Crecido viene el río como mi corazón.
Ricardo Molina, poeta cordobés.

Olfatearé las señales de chubascos
Deshilachando una a una las nubes
saturadas de dudas
Para irnos buscando
borrasca a borrasca

Dejaré que nos lluevan los deseos
a chaparrones
aliviando los estiajes a estas ansias
desbordando nuestros cauces
Abriré la compuertas de mis ganas
permitiendo que me vayas navegando
Y nos iremos haciendo meandros
que nos colmaten de dulzores
las marismas.

Fita
.

jueves, 14 de enero de 2010

De aquí a la eternidad



Dime
si de aquí a la eternidad
o si no nos quedan ya ni
coplilla de Zenet

Lo que yo te diga, eso son cosas de poetas . Habrase visto tal desmesura!!!. Escucha lo que te digo, ¿Qué eternidad es esa? ¿Pa cuándo es eso?, Pues no falta ná…. Así te prometen tan fácil el oro y el moro…no faltaba más…el cariño, como to, al contao. Te lo digo yo…

¿no te parece romántico ese marido aguardando a su esposa para compartir también la eternidad?...

Macabro, eso es lo que es y parecer, parecer…una desfachatez. Primero porque ya le ha dado todo lo que hayan vivido y después porque al prometerle que la espera, está hipotecando lo que a ella le quede de vida a su recuerdo encima con intereses abusivos pues intenta prolongarlo ¡!! para toda la eternidad…!!! ¡Malditos amores posesivos! Este es d e los que se creen que sin ellos no se puede vivir. De los que van de héroes y necesitan tener una corte de damas para servirle.


¿entonces, lo de “lo nuestro es para siempre”:::

Para siempre que me comas con los ojos
Para siempre que te vistas con mi piel
Para siempre que tiembles al verme
Para siempre que nos busquemos pa abrazarnos, pa tenernos, pa vivirnos, pa estarnos…
Pa compartir en algún instante toda la eternidad…

martes, 12 de enero de 2010

lunes, 11 de enero de 2010



Luna azul

Era una noche ceñuda
de gris negrura
la luna no plateaba
la negrura la velaba
la oscuraba
era una noche tristuda...


Casi gatuna, esta luna
arañaba sus veladuras
y maullando a las grisuras
se iba engalando
de un azul sin fisuras
que le iban sacando las ternuras.


P.s: la luna azul de la noche de fin de año dejó este verso colgado...